... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Obsesión

Hace 10 años escribí este relato corto. Los que lo leyeron no llegaron a entenderlo. Así que comencé a sospechar que eso se debía a que estaba mal escrito, claro. Como ahora tengo este blog he decidido publicarlo aquí (tal y como lo dejé en 1997) y que me déis vuestra opinión.

Lo quise hacer un relato-adivinanza pero me salió un tanto enrevesado o "paranoico". Simplemente habría que responder a estas preguntas:

1) ¿Cuántos personajes hay en el relato?
2) ¿Dónde está(n)?

El relato no es nada del otro mundo, sólo un divertimento.

Pondré la respuesta (si nadie lo ha adivinado) el lunes 5 de Noviembre en los comentarios a este post. Estos días me voy a hacer una ruta artística y gastronómica por Castilla y León ;)

Pasadlo bien.

OBSESION

- Conocí a Marta en uno de esos cabarets a los que acuden algunos tipos para eliminar su estrés tras una dura jornada de trabajo, algún que otro borracho impertinente y los curiosos que, como yo, se sienten atraídos por el sorprendente cartel anunciador del espectáculo.

“Quizás por lo mismo está ahora aquí, sentado, aunque, para mal, no es curiosidad lo que le ha movido sino más bien la más turbada locura que casi ciega sus cinco sentidos.”

- Era maravillosa. La tenue y parpadeante luz azul del cartel de “MARCO´S”, que bañaba el dormitorio de mi apartamento, recortaba sus sensuales curvas proyectando sobre mí la sombra del esbelto cuerpo que pronto sería mío.

“Me pareció que el ver los relucientes trajes le hizo recordar más detalles.”

- Mi mirada cruzaba la habitación y se paraba en su picardía rojo que se deslizaba por su piel, raudo como el movimiento de alas de mil mariposas malvas, y que caía al suelo, con el brillante centelleo de sus lentejuelas.
>Entonces venía hacia mí y era cuando podía contemplarla en todo su esplendor y belleza: sus largas piernas, sus tiernos senos, su ondulada y oscura melena... pero antes había recogido el picardía y lo traía en la mano como el valeroso hombre que se acerca con aires de victoria, y temor ninguno, a las armas de la bestia.

“Ahora sí, era evidente que comenzaba a hacer comparaciones con lo que estábamos presenciando.”

- Pero no, esta vez el animal no volvería a ser yo. No obstante, seguí su juego, el que siempre me proponía sin vacilaciones, y disfrutaba haciéndole creer que era ella, y no yo, quien llevaba las riendas.

“Sus ojos cayeron sobre el recién salido jinete en el instante en que pronunciaba la última palabra.”

- En el aire flotaba, envolviéndome, el embriagador perfume de su prenda. Sus rojos labios recorrieron mi cuerpo erizándome el cabello y acariciaron orejas, frente, ojos y cara hasta llegar a mi boca donde su lengua, húmeda y cargada de licor, irrumpía serpenteando entre mis dientes. >Luego, lo de siempre, sus jadeos se tornaban intensos y yo, excitado, pellizcaba sus endurecidos pezones, sonrosados como los de una dulce e inocente niña.

“El espectáculo llegaba a su fin y, al parecer, su historia también.”

- Ya lo había hecho con muchas otras pero Marta no era como las demás, con ella era especial. Aunque no por eso iba a acabar de distinta forma que todas. Al amanecer su pelo de azabache salpicado por la muerte se esparciría por el suelo, su perdida mirada jamás volvería a recuperar su rumbo, y la sugerente prenda, aún más roja, yacería sobre sus castigados senos, ya fláccidos y sin vida.

“El animal, como siempre, había muerto, sacrificado, como tantos otros. Ahora saldríamos de la plaza y detendría a este pervertido acusado de cometer cinco asesinatos a sangre fría.”

Un Secreto

Hasta hace nada me encontraba bloqueado con mi proyecto de novela, no quería ni tocarlo, ni pensar que estaba ahí esperando a morderme porque cuando abría el documento de Word que contiene todo el material no era capaz de continuarla. Era como hurgar en una caja con piezas de 3 puzzles diferentes. Un sinsentido sin piernas, ni brazos, ni rabo por donde cogerlo.

El tema principal gira en torno a una cosa que me ocurrió hace unos años y que me duele recordar, pero no tenía más remedio que volver, sentarme y seguir escribiendo. Se ha convertido en una necesidad, una vía de escape de la ansiedad acumulada en muchos meses. Y aunque la ansiedad ya haya desaparecido es como si algunos días volviera flotando y oscura para recordarme que una vez fui todo suyo...

- Me debes un libro - me susurra la ansiedad ansiosa al oído todas las mañanas.
- Vale, vale... estoy en ello... ¡pesada!.

Vamos, mi proyecto no es nada original. Seguramente cansará a más de uno que decida leerme (yo hablo así porque espero que algún día salga a la luz) o deprimirá durante un buen rato al más alegre e ilusionado de los lectores.

El proyecto es una autobiografía llena de falsedades, ilusiones y desgracias con un halo de luz al fondo, un halo donde poder agarrarse y seguir siendo libre. Es el libro por acabar que todos podríamos tener en nuestro escritorio, olvidado y bocabajo quizás. Pero he puesto demasiado dolor en ello como para dejarlo en lo más hondo del cajón. A veces me llama, me grita mi nombre y me recuerda que está ahí, acechando... maldiciéndome para que le ponga fin a su sufrimiento.

- Pobrecita, hazle caso - me diría mi abuela.

Bueno, pues hace dos semanas le hice caso y pude encauzarla (ese es el secreto)... creo que esa es la palabra adecuada. Me metí en la caja llena de piezas y empecé a separar las que no eran del puzzle. Así que pude formar un bonito paisaje de claroscuros de veintitantos capítulos que espero tener acabado en menos de seis meses, todo depende de la paciencia que le eche a unir las piezas que aún sigo buscando (o metiendo) en la caja.

A ver si así consigo que deje de morderme en los @*#$%!

P.D.: Este miércoles, antes del puente, Obsesión, un relato muy cortito ;)

Mi primer relato: Gotas de Sangre

Cuando tenía 17 años, y en plena vorágine de partidas de juegos de rol, escribí Gotas de Sangre, mi primer relato y el único que ha conseguido un premio. Fue en el concurso literario del instituto (como nota discordante aquel mes también fuí elegido Fresón del Año, me lo llevé todo de calle, vamos... ¡qué vergüenza! :P). El premio fue 10.000 de las antiguas pesetas (el del relato, claro, el del Fresón prefiero no recordarlo); no estuvo nada mal como regalo de bienvenida de mi mayoría de edad.

No voy a subir el relato aquí porque es un poco largo (unas 16 páginas en Olivetti y a doble espacio) y no es el propósito por el que abrí este blog (aunque seguro que me decido a colgar alguno, yo soy así de indeciso), pero he de decir que a día de hoy me avergüenzo de mi escrito. Era una telenovela de amor y venganza con tintes fantásticos. Dejé la puerta abierta a Alken Tuatara, su protagonista, porque me gustaba su nombre y quería seguir contando su vida (secuelas y precuelas), al margen de la historia del relato. La cosa quedó ahí y 15 años después no tengo interés en retomar la vida del protagonista.

Los juegos de rol, el Mundo de Reinos Olvidados y, sobre todo, el libro El Espolón del Wyvern, del que saqué nombres e incluso el hilo argumental de la historia (¡más vergüenza!), me influyeron a la hora de escribir el relato (o novela corta, según la calificó mi profesor de literatura).

Han pasado casi otros 17 años desde entonces y, la verdad, si hubiera sido tan prolífico en relatos y demás escritos ahora podría reunir al menos un buen par de volúmenes agrupados por temática. Pero esto de escribir es como las olas del mar, unas veces vienen y otras también, pero no todo lo rápido y bien que uno quisiera.

Dentro de poco hablaré de la locura enfermiza de Puro Azar, con Pablo y Jesús ;)

París en Octubre, vol. II

Termino este pequeño diario de viaje colgando varias fotos, al libre albedrío, de la ciudad junto a unos sentimientos.

"París también huele a dolor y a pena enquistada en muchos corazones. Me percaté de ello cuando estuve paseando por Los Inválidos. Primero se puede recorrer la explanada desde el puente de Alejandro III hasta llegar a la puerta del recinto. Desde unas galerías se accede a la iglesia de San Luis; cuando entré había un cuarteto de cuerda ensayando bajo más de cien estandartes que mostraban, apenados pero orgullosos, las huellas del campo de batalla. A la entrada una placa reza que todas son banderas capturadas al enemigo, o de los propios ejércitos franceses.

Para visitar el Museo del Ejército y la cúpula de la iglesia hay que pagar entrada. Allí es donde se han depositado los restos de Napoleón, para su propia gloria y para los que quieran pagar los 8€ que cuesta contemplarlos desde arriba.

Yo no me decidí a entrar (no me suponía gran cosa ver el sarcófago de Bonaparte), así que me dí una vuelta por los jardines: preciosos. A ambos lados del conjunto se dividen las dos alas que forman el Hospital de Los Inválidos (para veteranos de guerra). De este no tengo fotos por una sencilla razón: un cartel prohibía el paso a determinadas zonas ajardinadas y pedía que se respetase el silencio y la tranquilidad del lugar.

Se prohibía el paso pero allí no había ninguna barrera, ni puerta cerrada de acceso a los jardines, ni nadie que me impidiera deambular a mi antojo, tan sólo el cartel y un camino de baldosas que rodeaba los jardines por donde algunas personas paseaban a sus familiares enfermos. Libertad absoluta. De modo que seguí caminando en torno a la iglesia, cuidando de no entrar en la zona prohibida, y fue cuando me crucé con uno de ellos... un anciano en silla de ruedas sujetaba la mano de su hijo (el modo de hacerlo dejaba claro que era su hijo, no podía ser de otra manera), le aferraba con tanta fuerza como si con ello le quisiera transmitir alguna pesadilla pretérita llena de dolor y sufrimientos.

Pensé que quizás sus manos levantaron antes del suelo polvoriento alguno de los estandartes que cuelgan de la iglesia, de algún campo de batalla argelino, marroquí... o de su propia Francia invadida por los nazis, quizás ese hombre aún sentía en sus manos la humedad de la sangre de los soldados caídos, ya fuesen compañeros o enemigos. Todavía recuerdo su mirada.

Él no tendrá un lugar bajo ninguna cúpula, pensé, pero sí en el recuerdo de muchas personas... y nadie te cobrará unos euros por rendirle honores".




Pequeño y maravilloso homenaje

El otro día me llamó mi amigo Jesús para pedirme prestado un personaje de uno de mis relatos.

- Por cierto... ¿cómo se llamaba el viejecito de tu relato de "El relojero..."?.
- ¡Ah!, aquel anciano... espera que lo busco - ya veis el apego que le tengo a mis personajes.

Al cabo de un rato le mando un e-mail:
"George Neth".

- Vale, ¿me lo prestas?
- Claro.
- Voy a ponerle voz, luego te cuento para qué es.
- ...

A la hora de la comida me llama:
- He compuesto una canción para mi sobrina, que cumple 3 años este sábado, y una frase la tenía que cantar un viejecito entrañable. Y pensé que podría ser él. Así que me acordé de tu relato... George Neth ya tiene voz.

Jesús compone, es insaciable leyendo, toca instrumentos con una pasión envidiable, cocina de maravilla entre muchas más virtudes y tiene una fuerza de espíritu y una voluntad descomunales. A mí me encanta que él siga componiendo y que me pregunte por mis escritos mientras yo sigo a lo mío, a mi ritmo (tan lento)... y que siga leyéndome y acordándose así de mis personajes, porque eso, y no que yo los haya inventado, es lo que los mantiene vivos.

Y ahora suscribo:
Gracias, amigo, porque las personas como tú son las que hacen que uno no se sienta tan solo en el mundo.

Happy Beat, my friend! ;D

París en Octubre, vol. I

Dicen que los viajes son como una pequeña puerta, abierta sólo durante unos días, a un lugar donde descubres un poco más de ti.

"Madrid, 2:30 a.m. Suena el despertador. El avión sale a las 5:45 a.m. Con suerte, y conociendo mi voracidad de lobo estepario, será la primera y única vez que desayune 3 veces en dos países diferentes. Efectivamente resulta así: desayuno 2:45 a.m. en Madrid, a las 6:15 a.m. a bordo del avión y a las 9:05 a.m. por una calle camino de la Torre Eiffel.

Cuido mucho mi afeitado, porque no quiero que también sea la primera vez que empiece a sangrar en un país y termine suturando en otro. Ya hicieron buenos afeitados en la plaza de la Concordia a partir de finales del S. XVIII. Vamos a dejarlo ahí...

París es una ciudad para escribir y disfrutar, para sentarse en las Tullerías, en Los Inválidos, en los Jardines de Luxemburgo o al borde del Sena y dejar pasar el tiempo. París aún huele a tinta húmeda en legajos antiguos, a Saber Ilustrado, al óleo fresco que chupaba Van Gogh de sus pinceles; es una ciudad aún perfumada por la estela de miles de trazos impresionistas y se respira a humedad secular enquistada en gárgolas de piedra; pero también a afán vanguardista mezclado con libros antiguos y de ocasión.

Paseé por las salas del Museo de Orsay, y me planté delante de este cuadro justo unas horas antes de que sufriera este fatídico acto de terrorismo.

Paseé por el Louvre y allí sentí una envidia infinita de mi escriba, entre muchas otras cosas... la emoción fue tal que sólo pude disparar mi cámara unas cuantas veces después de darle recuerdos de parte de una amiga que no pudo mirar en el interior de sus maravillosos ojos.

Que sigas ahí por siempre, amigo, y algún energúmeno no te quiera derrumbar... como al puente de Argenteuil del bueno de Claude"

En las imágenes: El escriba sentado procedente de Sakkara (V dinastía) y paletas egipcias para la escritura.

Los `Scriptoria´ y Ana Rosa Quintana

Tengo más de una docena de relatos cortos (alguno se podría llamar novela corta) en el cajón y una novela, ésta última a medio acabar... ¡ea!, ya lo he dicho. Cada vez que algún amigo me pregunta cómo voy con mi novela siempre le digo lo mismo:

- Hace meses que no escribo ni una palabra, pero la novela ya está acabada.

En realidad no es así. Me queda volcar unos capítulos en el papel y mezclarlo todo (como Tom Cruise en Cocktail... "no sé, tío, no la he visto") pero dándole toda la entonación y la continuidad que debe tener una novela coherente. Vamos, lo más difícil... pero de esto hablaré en otro momento.

Ahora quiero que este post, como digo en mi Bienvenida, sea un homenaje a los Scriptoria que todos hemos tenido alguna vez. Si me paro a pensar han sido muchos, para mí un escritorio no es sólo la mesa donde me apoyo para escribir. He tenido muchos escritorios (como supongo que habéis tenido todos):

- el viejo buró de mi abuelo, a lo gótico
- mi propio buró, a lo tétrico
- mis camas y sus almohadas sudadas
- la tapa de la taza del inodoro :)
- la mesa redonda desplegable del salón de mi madre
- los vagones del metro de Madrid
- autobuses (el 141, el 82, el 86, los dos patitos, el 224 que incluso se ha llevado lágrimas, algún búho...)
- mi lugar de trabajo (lo siento, aprovecho huecos)
- una Olivetti
- cinco ordenadores
- infinidad de cuadernos de tapas negras que me obsesionan
- Un diario que tiré al mar en un arrebato de cólera
- ...
- YO

Conclusión:
- Un escritorio es aquello donde tú quieres escribir y fijas tus propios límites.

Hay escritores que tienen Scriptoria bien grandes (y con enchufes) pero no fijan límites, o los fijan pero juegan peligrosamente a salirse de ellos y acaban hurgando en los cajones de los escritorios de otros... como sin darse cuenta... ¿verdad Ana Rosa (AR para sus amigas)?.

Bienvenida a mi lista de escritores frustrados. Sr. Dragó ya no está usted solo... además, yo no tengo ningún reparo en acompañarles :-)... faltaría más. Hacedme hueco que voy.

Juegos de Rol (o cómo pienso que me convertí en escritor)

Para mí no hay nada mejor para ejercitar la imaginación que jugar a rol, y si además te pones a escribir historias fantásticas ambientadas en mundos inventados... mucho mejor.

Un día, con 14 años, me hablaron de los juegos de rol. Me gustó... así que me subí al carro. Mis amigos me pidieron que fuese el Master. Una especie de director de juego que idea historias para que los demás la jueguen... un narrador, vamos.

El buen funcionamiento de las partidas dependía, y mucho, de mi habilidad para hacerles creer que existía un mundo en el que sus personajes podían vivir. De modo que me especialicé en generar historias basándome en monstruos, castillos, mazmorras y demás trampas de una manera que gustó mucho entre mis amigos, nada que envidiar a muchos libros de esa temática, según dijeron de algunas aventuras ;-)

Como muestra fundamos esta web (sin acabar y en clave de humor) que ya tenemos olvidada (aunque sigue en funcionamiento):

- El Plano de los Tubos (si la navegación no funciona con la última versión de IE probad con Firefox).

Para mí sería relativamente fácil escribir cuentos fantásticos basándome en esos mundos e intentar convertirme en un Christopher Paolini con su Eragón y sucedáneos. Pero no quiero; no siento esa necesidad. Quiero contar otras historias de la vida cotidiana pero que suene a nuevo, y a veces no sé cómo hacerlo, o no tengo el tiempo que necesito para darme cuenta. Tonto que es uno.

Para mí lo que se narra en Eragón y novelas parecidas ya está más que escrito. La trilogía de Paolini se me antoja como una novela épica en el mismo pentagrama que El Señor de los Anillos. Una repetición de lo ya escrito por Tolkien.

He tenido incursiones en la temática de la fantasía en forma de relatos o cuentos, pero nunca me he decidido a abordar una novela, y mucho menos una trilogía.

Con lo fácil que eran los cuadernos Rubio, oye... :)

Entremos en materia...

Me presento. Este de la foto soy yo aquel año de la cancioncilla de mi abuela, el mismo año en que ella se fue. El otro día mi padre me dijo que si ella estuviese con nosotros se sentiría orgullosa de mí por el simple hecho de que vivo en Madrid. Por lo visto le encantaba; y yo lo desconocía.

Mi padre, como mi abuela, es un gran escritor porque, por ejemplo, cada vez que habla de su madre cuenta algo nuevo en el momento justo. Yo no quiero forzarle a que me cuente todo lo que sabe porque prefiero que él me lo vaya soltando en el tiempo que estamos juntos y cada vez que a él le plazca. Así no perdemos la magia.

Para mí un escritor es alguien que sabe contarte una historia cuando más lo necesitas.

Hay escritores de muchas historias o de sólo una, como mi padre, que tiene la habilidad de contarte casi siempre la misma historia y sientes que no pierde el misterio en ello, yo creo que eso es porque se guarda detalles para otras ocasiones.

Así que concluyo que:
-un escritor frustrado es aquel que tiene una o muchas historias y no sabe cómo contarla(s).

En mi próximo post contaré cómo me hice escritor. Pero permitidme dejar para más adelante lo de cómo me convertí en escritor frustrado.