... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

La Casa Negra



(Este es el tercer cuento de una trilogía de relatos que tienen como nexo común unos personajes que se suceden en las tres historias... pero son independientes. Lo escribí hace dos años. Los otros dos relatos me los guardo para una futura publicación, llamada "Todos los relojes rotos", que enviaré a algunas editoriales)

"Hubo un tiempo vivido en un sueño en que todo en una casa era de color negro. Las mesas, las sillas, los muebles... las puertas, el suelo, los vestidos y los guantes, las cortinas... incluso la luz que por las ventanas entraba en la casa se tornaba del color de las sombras. Si encendías una linterna o una vela el haz de luz o la llama se volvía cenicienta, emitiendo destellos moribundos en penumbras quejumbrosas, eternas.

En la casa vivía una familia de piel blanca lechosa cuyos ojos oscuros veían los objetos entre las sombras, y tal era la oscuridad que reinaba en la casa que incluso cuando pronunciaban palabras... éstas caían al suelo muertas. Y ningún animal, ni flor, ni ser humano... se veía capaz de tentar a la suerte y visitar a la familia de la Casa Negra.

Un día llegó al pueblo un vendedor ambulante, un titiritero que vendía joyas y baratijas, ropajes, cachivaches y mil historias, y la música que sonaba era tan deliciosa que consiguió entrar por una rendija de una de las ventanas de la Casa Negra. Y, al contrario que las palabras pronunciadas, las notas musicales no fueron a caer al suelo muertas, sino que volaron entre las sombras... y, como si estuvieran flotando por un pentagrama, vinieron a despertar a la más pequeña de la familia de la Casa.

La niña se levantó, como sonámbula, y caminó hasta la puerta. Y cuando la abrió un túnel de negrura infinita se prolongó desde el interior de la casa hasta la calle, torciendo allá donde mirase la pequeña. Entonces comenzó a caminar por ese sendero de sombras en dirección a la música, y los vecinos del pueblo se iban apartando del socavón horizontal que salía de la casa, porque nada bueno podía salir de ella.

La niña vino a parar al tenderete del titiritero, y éste se ocultó, asustado, debajo de las ruedas de su carromato. Y mientras miraba a ras del suelo pudo ver cómo los pies de una niña se calzaban unos zapatos de tacón de terciopelo verde que había cogido del mostrador de su tienda, entonces comprobó como la oscuridad del túnel iba huyendo despavorida de los zapatos nuevos.

Y por allí por donde la niña caminaba, de vuelta a la Casa Negra, la oscuridad y las sombras se iban evaporando, y el color natural de las cosas se abrigaba en torno a los zapatos, tomando lugar entre el aire y la música... entre la arena, el polvo y las piedras. Justo cuando la niña se metió en su casa y cerró la puerta la poca oscuridad que flotaba del túnel que había dejado a su paso desapareció en el cielo azul y sin nubes que dominaba el pueblo.

Y de la Casa Negra comenzaron a florecer, lentas, muy lentas... enredaderas en verde con tallos, raíces y hojas risueñas; y los habitantes del pueblo nunca supieron entender por qué extraño fenómeno la Casa Negra, desde aquel día llamada Floreciente, se vestía cada vez más de verde cuando de lejos oían los taconeos de unos zapatos, ahora vivos... antes inexistentes."

Buscándote (V y último)

Si quieres leer los comienzos... Click en (I), (II), (III) y (IV)
 

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Fin de la aventura de este hombre desesperado. Dejaré descansar unas semanas a mi cuaderno de Chinatown, pero yo no descanso. Vuelvo en unos días con un nuevo post, ya escrito en el teclado de mi portátil.

Buscándote (IV)

Sigo poniendo páginas del diario de la particular odisea de este pobre hombre...
Queda una entrega.


Buscándote (III)

Si quieres leer cómo empieza esta historia... pincha aquí (I) y aquí (II)

Buscándote (II)

La segunda parte de la historia de este hombre desesperado que escribo en mi pequeño cuaderno...

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Os recuerdo que vendo libros, sólo hay que mirar en el lateral de esta página. Me quedan pocos marcapáginas...

Buscándote (I)

La historia de un tipo desesperado en varias hojas de mi cuaderno, comenzamos Buscándote por estas dos páginas...