... Y la chica regresaba al bosque a oír historias, a veces nevaba, a veces llovía, y en aquellas tardes sus ojos se volvían de un gris tan claro que en ocasiones parecían blancos.

-Piedra y la chica de ojos azules-

Si Por Mí Fuera...

 
Lo intento pero... ya no consigo romper el silencio del primer café de la mañana con tus buenos días.

No estás.

Y ya no recuerdo en qué punto nos perdimos.

Pero quiero que sepas que, si por mí fuera, no me quedaría ni un milímetro de tu boca por comer en cada una de nuestras nuevas despedidas.

*foto de aquí.

No Me Importa Que Estés Rota (y 3)


(Puedes leer la primera parte de este escrito, la segunda, o bien puedes pulsar aquí, y oír Don´t Worry 'bout Me en la voz de Billie Holiday mientras sigues leyendo esta última parte)

Ya está. Ya no hay vuelta atrás, la normalidad está rota, como nosotros. Es como la caída del último reguero de arena del reloj que acabo de poner en la vitrina del salón. Los relojes de arena tienen eso, al principio parece que el tiempo atrapado en ellos corre muy lento, sin embargo el final... suele ser precipitado, como los buenos finales. Así ha sido nuestra historia, y así nos hemos mirado de cerca, otra vez. Pidiendo en aquella barra espiraste tu aliento en mis labios y mi arena se precipitó.

De tu lengua a la mía sólo distaban unos milímetros de deseo, los rompimos.

El resto ya lo conoces. Pieles resquebrajándose. En las noches venideras ya no tendrás que imaginarme, bastará con pasar la punta de tus dedos por el borde de tus labios, y relamerlos, para recordar en ellos el sabor y la textura de nuestros besos. Y yo haré lo mismo, rememoraré la veneración que te profesé arrodillado ante tu sexo.

Nunca me importó que estuvieses rota, pero... como dice la canción... 'No te preocupes por mí, sólo olvida lo sucedido esta noche, sé feliz, y seguiremos siendo amigos'. O no.

*foto de aquí

No Me Importa Que Estés Rota (2)

(Lee el comienzo, si quieres, aquí)

Te pedí que siguieras mirándome, lo has hecho, y ha sucedido. Entre esa forma que le das a tus labios en descanso y esos ojos del color de la miel tostada que tienes... has acabado rompiéndome. No es necesario que hagas nada más, pero igual no te has percatado, porque yo no adquiero un tono de gravedad cuando ocurre, suelo sonreír.

Sonrío, te miro, miro hacia otro lado y... ahí me quedo. Quizás no te has dado cuenta, digo quizás porque... a veces soy tan transparente que podrías ver a través de mi piel cómo mis órganos se deshacen a cámara lenta, como las hebras de lino de un viejo manto.

No me importa que estés rota. A mi forma... yo también lo estuve, a tu forma... me acabas de romper. Y me gusta, porque la normalidad aburre, y la normalidad es sentir tu boca bajo este calor a tres puños de la mía y no poder besarla.

La próxima vez... hagamos lo imposible por quedarnos a solas. ¿Es que no lo estamos deseando?

*foto de aquí.